Hombre solitario entre popular y humano
Carlos Luis Méndez
Vivió sus años entre lo popular y lo humano
Muchos trujillanos de hoy tal vez recuerden al hombre solitario y penitente a quien el silencio desdeñoso adornaba con el peso del lánguido abandono a una vida sin esperanza. Por esta razón, para muchos trujillanos probablemente, fue inexplicable y sumamente enigmática aquella existencia retirada y solitaria sumida en el mutismo melancólico enunciador del fantasma sombrío de la tristeza. Ese era Carlos Luis Méndez.
Su sórdida expresión se adueñó emblemáticamente de identidad.
Aquella sórdida expresión indefinible mostrada por aquel hombre, se adueñó emblemáticamente de identidad humana de admiración popular y respeto afectuoso, por tan singular decisión de vivir ajeno a cuanto le rodeaba.
A un siglo de su nacimiento
Carlos Luis, el de la espesa melena y barbas largas las que se le fueron tiñendo del blanco color de su espíritu indescifrable, era oriundo del sector “El Cerrito” del colonial pueblo de La Plazuela, parroquia General Cruz Carillo del municipio Trujillo, nacido el año 1920, hijo de la señora Alejandra Méndez, y de Luis Méndez Gómez, según versión de la señora María Teresa Briceño pobladora de la Plazuela, quien en amena conversación relató de manera sencilla a este servidor anécdotas y vivencias de Carlos Luis Méndez, hoy a un siglo de su nacimiento, mostrado en esta semblanza trujillana como un personaje popular.
Su regreso a la vida íngrima
En su juventud, Carlos Luis prestó servicio militar en caracas, razón por
la cual dos de sus hermanos emigraron hacia Maracay en compañía de su madre, no
regresando jamás a su lar nativo, años más tardes regresa, Carlos Luis a
Trujillo, con el título de chofer (muy
valioso para la época) ocupación que jamás ejerció, pues se entregó a la vida íngrima y para sobrevivirla compraba y mataba
chivos, vendía su carne y el cuero lo curtía artesanalmente. Durante su vida solitaria ocupó varios cobertizos para guarecerse,
hasta el antiguo puente de La Plazuela sirvió
de refugio para Carlos Luis Méndez al
que también abandonó para finalmente terminar viviendo su característica vida en las ramas altas de dos frondosos árboles de
mamón que otrora adornaban la vía que dio paso a la hoy Avenida
José Felipe Márquez Cañizales (lo que conocemos como el eje vial frente a La Plazuela.
Tuvo una existencia ensimismada y retirada del mundo exterior
Allí en esos árboles, mudos testigos del transcurrir silencioso de su vida, quienes no lo conocían especulaban sobre sus años mozos, diciendo que tal vez su sueño era haber sido aviador, pero ni siquiera quienes por tanto tiempo le conocieron y estuvieron cerca de él, supieron el porqué de su existencia ensimismada y retirada del mundo exterior, la cual terminó precipitadamente a causa de su caída de un vehículo en marcha cuando iba hacia Mocoy (sector aledaño a La Plazuela) sitio donde compraba los chivos que sacrificaba; en este accidente, Carlos Luis sufrió lesiones que le afectaron las piernas y la región lumbar de su ya débil cuerpo y debido a lo avanzado de su edad y la soledad que no pudo superar, le llegó la muerte el año 2000, poco después en el geriátrico Doctor Alejandro Próspero Reverend, ubicado en Mesa de Gallardo, siendo sepultado el cementerio del sector Las Viviendas de Pampanito II.
Carlos Luis, hoy es un recuerdo como lo presenta la señora Ada de
Vásquez artista popular de La Plazuela, quien gentilmente cedió su obra
para ilustrar este sencilla semblanza de la vida de tan emblemático trujillano,
cuyo vivir se conjuga entre lo popular y lo humano, denotando el espíritu de la
fuerza de ser lo que el hombre decide individual y propiamente ser.