Rafaela Baroni Miliani.
Desde el túnel de su paraíso Aleafar
Rafaela
Baroni Miliani, una trujillana nacida en la bucólica población de la Mesa de Esnujaque el 01 de noviembre de 1935, después
de vivir en Boconó, se residenció en Betijoque y ahora desde allí, desde el túnel
fresco de su paraíso Aleafar, nos
habla con sus palabras mágicas talladas en
una existencia infinita hecha figuras alegóricas
que armonizan y representan su vida, una vida que trasciende de lo
espiritual a lo corporal y en ese tránsito sensible se
hace arte mágico, un arte en cuyos matices se ve el temple fuerte y sutil a la
vez proveniente de las forjas de sus
sueños, para construir un mundo donde habitan los seres provenientes del etéreo
cimiento de su inspiración engendrada por sus propias realidades.
Umbra, penumbra y antumbra a vez
En
Rafaela Baroni el misterio indescifrable se vuelve encanto poético, su realidad se
vuelve mágica y delirante, su misma vida se vuelve preludio y final de su existencia
que se queda eternizada en su poesía, en sus cuentos y en cada obra labrada y
tallada con su talento, haciéndolas parte de la naturaleza misma y de su
génesis creativa. El espíritu de Rafaela Baroni
es umbra, penumbra y antumbra, envuelto en su propia luz que resplandece
para hacerse el quicio del vaivén de su vida y de su más allá.
Su trabajo creativo es la más alta distinción por lo laudable de su ingenio
Mientras
andamos tras el despeje de su ignoto mundo creativo, nos acercamos en Rafaela Baroni a la naturaleza hecha con las
dimensiones de la vida con sus propios ardores humanos, con una carga espiritual que se
encarna en su fe y religiosidad, en el amor y la pasión por su pueblo al que
ha sabido tributarle con su trabajo creativo la más alta distinción por lo laudable de su ingenio.
La vida
y la muerte han sido su propia
realidad
En
la existencia de Rafaela Baroni no hay lugar para sospechar la vida o la
muerte, son ambas su propia realidad para hacerse trascendente, ni tampoco se
advierte el temor por la oscuridad, pues su fe se ha vuelto luz reflejada en el
espejo de su amantísima virgen.
El Alea-Far de Rafaela
Rafaela Baroni
antes de llegar a su otro paraíso al que ha llamado "El muro de piedra
y mis seis hermanos" que es su propia tumba y sus propias mortajas,
sigue viviendo sus propios ardores humanos y legando con su trabajo artístico una herencia labrada y
tallada con su propia existencia en cada figura para habitar en su mundo de
policromas y estéticas imágenes, que faustas
aguardan en el paraíso Aleafar
forjado por esta mujer sencilla,
campesina y trujillana genuina a la que
el destino quiso que su nombre a la inversa
Alea-Far significara suerte con sus
primeras letras y también conjugara su singular existencia con lo mítico
de sus creaciones y Far da a entender su
obra con la que da forma y figura a la realidad de sus sueños.
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