Carlos Ávila
Icono de un hombre trabajador.
Forjó su vida detrás de un mostrador.
En la esquina que une la Calle Colón con la Francisco de Miranda a una cuadra de la Plaza Bolívar de nuestro querido pueblo Trujillo, existe todavía una pulpería, ese tipo de establecimiento comercial de estilo familiar que abundo en Trujillo Ciudad Capital décadas atrás. Estas pulperías con su armario de madera rústica, construida también por manos de artesanos pueblerinos, siguen en pie recibiendo a toda persona que guste comprar lo que allí se vende.
Otrora estos negocios adquirían la personalidad de su dueño, quien con su particularidad le imprimían identidad, tal como el “Mercado Santa María” cuyo fundador fue en señor Carlos Ávila distinguido por su guarapo de papelón. Carlos Ávila, trujillano nacido en los Barriales un caserío cerca de Sabaneta, el 22 de diciembre de 1922; Este sereno y taciturno paisano, forjó su vida detrás de un mostrador, vendiendo entre otras cosas su famoso guarapo de papelón la exclusividad de su “Mercado Santa María” bebida fuerte, que a veces aderezaba con el humor de un chiste cuando pasábamos algún tiempo en su pulpería.
Trabajó noblemente en función de su familia.
Para redacción de esta nota, en amable conversación con su hijo Renato, orgulloso de su padre, nos refirió anécdotas y vivencias de su progenitor a quien definió en corta palabras como un buen padre y en cuanto a la pulpería dijo; “con esto nos levantó mi papa y seguirá haciéndolo con quienes vienen detrás. si nosotros seguimos su ejemplo” tristemente para nosotros, Carlos Ávila dejó de existir, pero en sus ochenta años de existencia trabajó noblemente en función de su familia al lado de su esposa la señora Flor Serrano, con quien vivió unido en matrimonio por espacio de cincuenta y ocho años.
A Carlos Ávila, lo distinguió el valor de compartir con el surgimiento de innovadores comercios que a otros sucumbió, constituyéndose por eso, en un ejemplo de constancia, muestra de ello es que hoy sigue vive esta pulpería “Mercado Santa María” con el estilo y la humildad que siempre le caracterizó, claro está, con sus paredes llenas de historias de aquel Trujillo añorado.
Marcó insignes huellas.
Carlos fue y seguirá siendo para los trujillanos lo mismo que su pulpería, (Mercado Santa María) un icono que refleja el tono recio y amable de un hombre trabajador, sin ambición al bullicio de la fama; con su trabajo silencioso y fructífero marcó insignes huellas merecedoras de halagos y del reconocimiento más sincero de los trujillanos que le conocimos, digno de presentar en este espacio de engrandecimiento de los valores autóctonos del gentilicio trujillano.
Publicado en mi columna Semblanza Trujillana en la página Ciudad Capital del Diario de los Andes-Valera.