Ser Policía es una Profesión

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     Ser Policía es una Profesión Digna 


       Ser un buen Policía y la razón institucional. 


   Ser un buen policía o servidor público bajo el dogma policial es abandonar la arrogancia,  la prepotencia, la petulancia y deshacerse de toda práctica pendenciera.

La verdadera identidad del ser Policía.  


      El próximo 16 de julio del presente año se celebra a nivel nacional el día del Policía, en nuestro Estado como es tradicional se realizaran vistosos actos alusivos a tan significante acontecimiento, programados por la Comandancia General de este cuerpo de seguridad.

      Por tal motivo, más allá de nuestras congratulaciones a cada uno de sus integrantes, considero necesario estimular a los hombres y mujeres de azul  con algunas reflexiones en procura de lograr una verdadera identidad del ser policía  en concordancia con la filosofía o razón institucional que en definitiva constituyen el verdadero dilema que problematiza el desempeño o el cumplimiento de la misión del cuerpo policial.

Un medio de comodidad pública.


      Es por eso que para que exista tal concordancia cuando un ciudadano asume la responsabilidad de convertirse en un ser policía o servidor público bajo el dogma policial, debe abandonar la arrogancia,  la prepotencia, la petulancia y deshacerse de toda práctica pendenciera  que lo afrente con  sus semejantes y convertirse sea cual fuere su condición dentro del cuerpo policial, en un medio de comodidad pública, en un agente  generador de confianza y sentirse dueño de un compromiso que involucra al Estado y a la sociedad de la cual él es parte, asegurándoles con eso a los ciudadanos la sana  convivencia a través del respeto a las normas jurídicas que en definitiva es el orden público.

Bondad, fe y justicia en su actividad profesional.


    En tal sentido, como profesional debe aplicar las técnicas de persuasión, disuasión y restauración del orden alterado con la fuerza de los argumentos legales,  convencido de la naturaleza humana de los potenciales transgresores o perturbadores del estado de paz y de respeto ciudadano, percibiendo cada situación consciente de los riesgos, pero con la verdad, la bondad, la fe y la justicia en cada uno de sus actos,  pensando siempre en el bien colectivo, echando el miedo a la espalda y enrostrando serenamente las vicisitudes de la honrosa carrera policial.

Publicado el 07 de julio  de 2006 en mi columna Semblanza Trujillana  en la página Ciudad Capital del Diario de los Andes-Valera.

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