Reflexión sobre la Calidad humana y profesional en el desempeño público.
Delicada responsabilidad.
He considerado hacer a través de estas cortas líneas una reflexión necesaria sobre el desempeño de quienes tenemos la delicada responsabilidad de servir al público por razón de ostentar un cargo en una dependencia del Estado a cualquier nivel.
En primer lugar he de significar, que la aceptación del ejercicio de la noble función pública para la cual nos hemos preparado profesionalmente, debe tener por si sola una dosis de calidad humana, máxime cuando se trata de servicios que involucran el carácter y la apariencia personal nuestra. En este sentido, debemos tener presente que nuestra compostura y manera de ser, refleja la calidad de nuestro desempeño y el placer con que realizamos nuestro trabajo.
Respeto al derecho humano.
Asimismo, debemos recordar que la firmeza con la que asumimos nuestras funciones, nunca debe estar por encima del derecho humano de los demás, ni sobre la dignidad de cualquier persona, que en algún momento requiera ser atendido por nosotros como funcionarios públicos. Cabe decir también, que las cualidades esenciales que definen a un servidor público no se alcanzan a enumerar, pues ellas están dadas en virtud de la necesidad y exigencias de quienes requieran de nuestro oficio, de ahí que cada quien tiene en nosotros reflejada una imagen de la institución que representamos.
Por ello, es necesario que el servidor público entienda la necesidad de quien lo ocupa y además estar consciente que esta empatía no implica el quebrantamiento de la ley o la violación de las normas que rigen las funciones del organismo o dependencia que representamos. Por otra parte, la inflexibilidad, la arrogancia y la petulancia en el servidor público son las muestras más claras de la incompetencia, la cual desdice de la calidad en su desempeño. Adicionalmente considero oportuno, recordar como humanos que somos existe la posibilidad que quien demande de nuestra atención por desconocimiento de trámites o falta de información haya obviado involuntariamente detalles o requisitos que traben la fluidez oportuna de la solución requerida por él, situación ante la cual debemos asumir una postura de orientador.
Buena calidad humana. Evitar conflictos estériles.
Ahora bien, si por razón de tantos ajetreos rutinarios como servidor público se nos olvidan o confunden documentos, es mejor aceptar nuestro error ante quien se haya visto perjudicado de cierto modo, pero se debe evitar a toda costa que por estas naturales razones se generen conflictos estériles y muy por el contrario se debe abordar diligente-mente la acción remedial de la situación en aras de reflejar la mejor imagen personal e institucional a fin de propiciar las mejores relaciones interpersonales.
Finalmente, en ambas circunstancias humanas sobre las cuales hemos reflexionado, debemos tener presente que el trato dispensado a los demás es siempre directamente proporcional al que esperamos para nosotros como persona, funcionario y servidor público.