Historia Trujillana. Rafael Rangel

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Rafael Rangel

   Dignidad al servicio de la ciencia.



Figura relevante del siglo XX en el Campo Científico.


    “El sabio Rafael Rangel” eminente y notable investigador y científico trujillano su incansable y meritorio trabajo investigativo,  lo convierten hoy en la figura más resplandeciente del siglo XX dentro del campo científico, su cuantioso  legado es digno de imitar para honrar justamente su denodada dedicación al engrandecimiento de nuestro pueblo. En su honor les presento, seguidamente  algunas semblanzas de este  insigne  sabio betijoqueño, nacido el  25 de abril de 1877.

La pobreza no fue su obstáculo, pero si lo fue  la ignominia.


    Pese a su origen humilde y de haber perdido su madre a muy temprana a edad, Rafael Rangel pudo con ayuda de su padre Eusebio Rangel, quien se hizo cargo de él, culminar sus estudios de primaria, bajo la tutela del Maestro Enrique Flores en su lar nativo, de allí pasó a Mérida, al Seminario Diocesano, pero es en Maracaibo donde obtiene el título de Bachiller en Ciencias Filosóficas y continua en Caracas sus estudios de medicina, que no concluyó, pues pasó a ser jefe del laboratorio del hospital Vargas en esa misma ciudad.

En silencio el acecho implacable de la ingratitud humana, le hirió de muerte.


      Su vida trascurrió entre las circunstancias que a todos los hombres de bien le depara la existencia terrenal; pues a pesar de sus notables aportes al des-cubrimiento científico de enfermedades que azotaban  la Venezuela  rural de su época y al reconocimiento de su labor científica en procura del mejoramiento de la salud del pueblo, sus méritos fueron despreciados por quienes ofendidos por su esplendoroso trabajo, no soportaron su vertiginosa y positiva influencia en el campo profesional solo con el título de bachiller, hollaron así su dignidad tan profundamente, llevándolo al lastimoso y horrible acto del suicidio el 20 de agosto de 1909 a sus 32 años. 



  De esta manera, sellaron las esperanzas y las virtudes de un hombre, cuyos aureolados méritos le hacen ocupar un lugar inmortal en la historia científica universal, sus  restos mortales se elevaran al Panteón Nacional el 20 de agosto de 1977.   



 Publicado el viernes 28 de abril de 2006 en mi columna Semblanza Trujillana  en la página Ciudad Capital del   Diario de los Andes-Valera.

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